Se autoproclamaba reina de las judías verdes. Sería de las de pacma. Y como pacman no paraba de huir de sus fantasmas dando vueltas siempre a lo mismo. Extrovertida en el fondo de una jarra de cerveza. Extra vertida como el fuel en el atlántico, nada bienvenida pero también conocida como la de la mancha.
Más loca que un molino hablándole a Don Quijote disfrazado de gigante. Extravagante, había conseguido convertir no hacer nada en una profesión remunerada, a media jornada eso sí.
Ponía la colada y se colaba por uno con la misma frecuencia que se tomaba un coctel con piña. En su cumpleaños nunca faltaba una piñata con forma de unicornio para romper porque ella siempre se llevaba un palo cuando rompía. Y cada año igual.
No parecía aprender. Lo único que si prendía era la llama del tinder que activaba un par de veces al año anunciando la llegada del periodo estival y su irremediable final.