
Él, era su propia magia, y todo lo que tocaba,Se convertía, de alguna maneraEn fénix o en ceniza.Él no necesitaba cuentos,Ni princesas,Él escribía historiasCon cada beso y con cada lágrima.No tenía miedo de vivir,Ni de beber hasta perder el sentido,Porque la virtud no iba con el, Él...