Yo, del 89, de cuando los simpson, de
Hirohito, de cuando murieron Dalí y el auténtico James Bond, de
cuando cayó el muro de Berlín, de cuando nacieron Chris Brown,
Daniel Radcliffe, Avicii o Taylor Swift. De cuando la Voyager 2 pasó
por Urano y Neptuno.
De cuando la vida era otro asunto. Cuando se
apreciaba a los literatos y la cultura no era algo secundario sino
exclusivo y excluyente. De cuando jugabas con bichos bola y con
tazos. De cuando nadie tenía aparatos modernos y todo nacía,
despertaba y se desarrollaba en nuestra imaginación.
De cuando existían los valores y los
modales. De cuando se invertía tiempo en resolver problemas y no en
dramatizar sobre ellos. Si se rompía, lo arreglabas o pedías ayuda
para arreglarlo, fuera una tele, un juguete o una relación amorosa.
Me intento adaptar a este mundo moderno
en que vivimos, pero los que somos de mi quinta sabemos que, en el
fondo, es harto difícil. No somos milenials aunque algunos se
empeñen en intentarlo. No somos robots siguiendo modas y modelos. No
somos como alguien de 20 años ahora. No podemos serlo. Hemos pasado
por mucho. Hemos sufrido, reído, crecido y madurado con toda la
sensibilidad que te da el tacto de una piedra en las que caíste de
un columpio antes de que los parques se convirtiesen en sitios
seguros y artificiales. Hemos compartido sudor, canicas y sustos y
caras de poker al ver por primera vez una game boy.
Hemos visto dibujos y el nacimiento de
los efectos especiales. Y sobre todo sabemos lo que es quedar con
alguien y tener fe de que aparezca porque no había manera de
avisarse. Si ligabas, lo hacías en persona, no a través de una app.
Si disfrutabas, se lo contabas a tus amigos físicamente y no a 2000
personas a través de una pantalla. Pero si hay algo de especial,
somos nosotros, soy yo también.
Y aquí estamos, viviendo una vez más
algo nuevo, con este virus y también con el corona, haciendo un sacrificio necesario, discutiendo y queriendo
a distancia. Intentando olvidar y empezar de nuevo, intentando hacer
y ser mejores. Creciendo con cada vivencia y experiencia y contando una
historia, la nuestra.
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