Ayer te vi, te vi a lo lejos venir,
Y contigo la luna, más no la calma.
Y quedé prendado y caí derrotado en tu mirada.
Que ciego estaba!
Y no supe ver como el Sol huía entre las montañas,
Temiéndose lo peor, sabiendo la trampa,
Dejándome a mí, tirando los dados, pisando mi alma.
Así llegaste tú hasta mí, cuestión de azar,
O castigo del karma.
Llena por entera de gestos tiernos y alabanzas,
Que parecían caramelos y sólo eran mentiras envueltas.
Y aquí sigo yo ahora, parando el coche en mitad de la nada,
Bajándome a tientas para volver andando a casa.
Yo, yo solo, yo y mi soledad,
Volviendo a buscar un camino,
con la tristeza por bandera y poco en que pensar,
o más bien nada.
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