Días de sol y playa con quemaduras en los que maduras sin darte apenas cuenta y empiezas a valorar el paisaje en derredor. El bronceado justifica lo negro que te pone el vacío en que divagas cada vez que tienes tiempo de pararte a pensar.
Amaneces a oscuras y te duermes a plena luz. Vuelves al horario de otras noches locas pero con un giro de guion llamado responsabilidad. Te entretienes en las introducciones sobre tu propia persona que le cuentas a otras intentando llegar a no se que lugar.
Subes fotos con metáfora y escuchas las baladas de los grupos que escuchabas antaño y que saltabas para no arruinarte la poca autoestima de la que hacías gala y no digamos nada sobre la motivación.
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