noviembre 22, 2020

reflexiones en la oscuridad


Y en la noche estrellada, entre cielo y tierra, ahí estaba yo, y me di cuenta entonces de que la gente habla mucho y escucha muy poco y de que es fácil confundir cualquier palabra vacía con un tesoro. 

Y de que por mucho perseguir lluvias de perseidas al final no son los momentos que consideramos importantes los que marcan nuestra vida, sino los rincones de nuestra mente en un cuento lejano, los mismos que provocan nuestros anhelos, los que determinan la diferencia. 

Y sin embargo, como cada noche, ahí sigue Apolo, demostrando que se puede estar en tela de juicio y mientras ser capaz de lo mejor y de lo peor, dependiendo de la interpretación del narrador de la historia.

Y de qué vivir es fácil y difícil a la vez, y sentirse pleno, y luchar no tiene siempre un final deseado. Y remar en una dirección es importante, si bien remar en todas direcciones no es un defecto.

Y caí en la cuenta de que tenía una mente dispersa que solo se centraba cuando miraba ahí arriba a las constelaciones y, víctima de la pareidolia o quizá fruto de ser un visionario me parecía ver una flecha estelada que me indicaba mi próximo paso cuando volviera a salir el sol. 

Pero yo no sabía que hacer. Solo podía sentir todo el peso de mi propio cuerpo y de mi propia persona sobre mi mente etérea, haciendo las veces de amarres y lastres para evitar que esta salga volando y no vuelva jamás. 

He trazado repetidas veces la delgada línea entre mi genialidad y mi locura y aún hoy, sigo sin tener claras las lindes. 

Esto me parte el día a día impidiendome explotar la virtud que habita en mi y solo me deja tiempo para discernir que, en efecto, soy efectivamente inútil en lo que refiere a lanzar la primera piedra, y que no es hasta cuando se han lanzado un par de piedras cuando yo doy el salto a construir un castillo mientras alrededor solo hay pequeños montículos de piedras pintadas señalando rutas de caminos que yo nunca tomaré. 
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noviembre 08, 2020

Inspira y no expira





La vida es lo que tiene. Preguntas aparentemente sencillas que determinan futuros absolutamente complejos. Reflexiones de a pie en voz alta convertidas en vox populi, de cero a cien me gusta en diez segundos.

Verdades inciertas, consejos erróneos y mentiras que huelga decir, son nocivas. Sal de la vía, no de la vida, encuentra un sendero al margen del camino establecido. Ten ideales, se fluorescente, no seas un superhéroe pero tampoco superfluo.  

Que tu reloj circadiano sea como el de una planta, crece entre el amanecer y distribuye tus recursos a lo largo del día. Complícate la mente, con discusiones difíciles, no la vida. Se polifacético,  polisémico y también, por qué no, un poco polémico. 

Cree en cosas, ideas, valores y personas. Pero no mucho, solo lo suficiente como para dudar del destino y del karma, pero teniéndolos presentes por la misma razón que compras el mismo número de lotería que tu vecino, porque " ¿y si toca?.


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