octubre 03, 2021

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Ayer volví a abrir tinder... por tercera vez este año. Hablé con las paredes de mi propio subconsciente sobre las ventajas de no tener que acercarse a una chica con un pretexto igual de válido que un mitjá en Estocolmo. 

Y tinder me preguntó que como describiría yo. Que como me describo? Pues está claro, soy un puto incomprendido que acostumbra a disfrazarse de payaso... Y que más? Ah no, espera, que se trata de que le gustes a alguien. Mejor pongo "soy un tipo entrañable, amigo de sus amigos, gracioso...". Ya está, si con eso y un par de fotos apretando barriga no ligas es porque no quieres, es evidente.

Soy de esas personas que no tienen match todos los días. De los que esperan hasta perder la fe porque saben que como mucho serán el penúltimo de la cola en ser elegido para el team Maria. O Elsa..o como quiera que se llame la siguiente chica en hacerse una apañada agenda de "one night stands/fracasos en el amor sin motivo aparente".

Total, que estuve surfeando por entre los mares de almas rotas buscando consuelo durante un rato sin dar mucha cuenta de que clase de seres humanos tenía delante al otro lado. Como hacemos todos los usuarios imagino.

Y me di cuenta entonces de que usamos una herramienta que sirve para hablar y descubrir para ligar al más puro estilo primitivo pero cambiando el intermediario de un gin tonic a una app. Y de que, cual es el puto sentido entonces? 

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