abril 21, 2022

Je ne sais pas

 


Anoche me paré a pensar en lo que la gente dice sin decir, en el afán de tener el control a la vez que se deja todo escapar, y en su nuevo plan antagónico, ser un nihilista de sofá esperando doscientos me gusta y un mensaje que nunca llegan mientras gritas en silencio buscando atención y cariño en los sitios y personas equivocados.

Tengo la ligera sensación de que muchas personas ya no piensan en los demás, pero tampoco piensan en sí mismas. Simplemente no piensan, no realizan ese sano ejercicio que supone darle vueltas al coco. 

La gente solo se queja, con o sin motivo, a otras personas a las que tampoco les importa nada en absoluto lo que les tengas que decir y que, en muchas ocasiones, solo guardan silencio mordiéndose los labios, esperando su turno para soltarte su basura y que seas tu el que termine por ahorrarles la sesión del psicólogo.

Y que hay de ti, pensarás, pues de ti, o de mi, no hay nada. Solo te queda volver a tu casa con menos dinero y tiempo porque tu inversión de ambas ha sido a caballo perdedor y nadie te los va a devolver. Pero al final, eso ni siquiera importa. 

Lo realmente importante es que, con todo, tu te quedas igual de triste o más, porque comprendes que además de ti, las personas de tu entorno también están perdidas, y que, lejos de poder ayudaros los unos a los otros, solo vagáis de un lado a otro buscando un teléfono de la esperanza.

Y lo peor, es que no hay esperanza sin inteligencia suficiente como para comprender lo que se ha de hacer. La famosa "inteligencia emocional". Si, esa que se suele mentar en conversaciones referentes a relaciones amorosas y que nadie tiene ni idea de que es, es el OVNI de nuestros días, pero que también ha de ser aplicado a la relación sentimental mas importante que tenemos, la nuestro con nosotros mismos. 


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