abril 03, 2011

Dialogo de una estrella






-¿Por qué brilla la luna? ¿Lo sabéis tal vez?
-¡Por las estrellas!
-¿Y por qué si hay más luz en una vela que en un centenar de ellas?
-Porque son especiales.
-¿especiales? ¡Son todas normales! ¡Todas iguales! ¡Y hay más de mil! ¡Qué digo! ¡Mil millares!
-Pero en cada una hay un reflejo eterno, bello y sincero.
-¿Reflejo? No gracias señor, ya tengo espejo, no lo quiero, el mío es más grande, brillante y si se presta, mas verdadero.
-¿Acaso hay mas belleza en el fuego que en un beso?
-¿o es el fuego de ese beso el que haciendo gala de ello, se resume en un gesto?
-¿hay acaso explicación para el amor señor?
-No, cierto es que una rosa, por más que se vista de seda, o se vuelva frondosa, no será jamás más hermosa de lo que le dicte su propia perfección.
-Pues no es el amor el que guía al intelecto, pero al corazón si, desde luego.
-Y sabiendo esto por verdadero ¿Cómo es el amar sin saber de quién acechas, si lo único quizá que sabe con certeza es que te conquistó Cupido con su majestuosa flecha?
- No señor, no es Cupido quien guía mis sentidos, desde luego que no, son sus ojos divinos, su rostro enternecido. Ante los mil el más hermoso y bonito, son sus cabellos, dorados como el sol, más quizá que el mismo oro.
Renuncio a la riqueza por un rostro tan bello, a mis amistades, a mis sueños, a todo ello. Persigo de la vida no más que una melodía, que es su voz, mi sintonía, la luz que cada día me guía.
-Pero… ¿Cómo amas a tal doncella, si no sabes de ella más que de cualquier estrella?
-Señor, el amor surge, es ahí donde se halla su dulce, y el no ser capaz de mirarla de firme, me hizo desearla más que a mi vida, porque si algo elogié siempre de mi mismo, fue mi extroversión, mi incapacidad de cinismo, y ahora esta se volvió contra mí, sin saber cómo ni porqué. Disfrazada de jazmín, de ángel, de estrella, digo más, de princesa. Y cualquier otro adjetivo que pudiera decir no sería más que una ínfima parte de lo que mi corazón anhela y siente.
-“¿Por qué me amas?” me dijo ella, y yo le contesté:
-Porque veo en tus ojos la luna y las estrellas más bonitas de lo que nunca fueron. Y porque cada minuto veo en tu rostro un pretexto para vivir más ardientemente la vida. Y como dijo Catulo una vez: “Odio y amo ¿Por qué es así me preguntas? No lo se, pero siento que es así y me atormenta.”

0 comentarios:

Publicar un comentario