marzo 14, 2021

Año 1 d.c.

Ya hace un año en que toda nuestra vida se detuvo de manera ineludible. Un año de dolor, sufrimiento y readaptación. Ha sido duro, muy duro, tener que volver a empezar, como si hubiese venido un tsunami y se hubiese llevado todas nuestras ilusiones y también algún que otro ser querido.

Hemos perdido mucho, muchísimo, después de 1 año desde que se extendiese por la Tierra ese virus al que llaman Covid. Cada uno con sus circunstancias, con su idiosincrasia y su manera de concebir el riesgo y la moralidad social de grupo.

Todavía recuerdo ese fatídico 12 de Marzo de 2020 en el que decidí dejar mi antiguo empleo en el que habría sido fijo solo un mes después, a mi novia, con la cual por diversas razones no terminaba de congeniar, y en general toda una vida de estabilidad, lanzándome al vacío de las aventuras de los que tienen todo un futuro por delante. 

Solo que no fue así. Llevaba tan solo 2 días de mi nueva nueva vida, haciendo el curso de una nueva aerolínea, me sentía radiante, feliz, prometedor. Y fue entonces cuando llegó el 14 de Marzo de 2020. Ese día todo mi mundo se paró, dio un vuelco y acabé en una cuneta de la que aun hoy intento salir.

El citado día, en adelante día X, nos confinaron en España, siguiendo la estela de Italia y sentando un peligroso precedente que acabaría por extenderse a lo largo y ancho de todo este planeta.

Ese día tuvo consecuencias devastadoras en nuestra sociedad, si bien creo que, como decía Nietzsche en Más allá del bien y del mal, todo elemento negativo es en sí el detonante del mismo modo de un elemento positivo. Ese día nos empezamos todos a poner a una de las mayores pruebas de nuestras vidas (sino la mayor).

Familiares y amigos muriendo por un enemigo invisible a los ojos. Relaciones en estado comatoso o adoleciendo a punto de desaparecer gracias a las verdades que sólo la reflexión en soledad y el tiempo encerrados puede producir.

Gente redescubriendo sus aficiones, y sus límites. Conociéndose más a sí mismos. Aprendiendo a jugar al parchís online y el valor de una taza de café con un amigo en un pequeño bar de barrio.

Personas conociendo personas de manera telemática porque, lejos de querer separarnos, queremos estar más unidos de lo que nunca antes estuvimos. Echamos de menos besos, abrazos y sonrisas. Pero también lágrimas, noches locas y ruidos de sirenas.

Nos falta un mundo real en el que vivir y no solo un pequeño atisbo de el en pequeñas dosis llamadas "desescaladas".

Si bien yo, como algunos y por desgracia muy pocos otros, he aprendido más y más cada día, he crecido, reflexionado y avanzado en mi persona hasta puntos insospechados hacía solo unos años atrás. He averiguado algunos de mis mayores problemas e inseguridades y he trabajado en ellos. He intentado de manera proactiva empezar de nuevo a redescubrir y pulir mi "yo" más oculto para tratar de avanzar y convertirme en mi mejor versión.

Aún con todo, este mundo parece lejos de satisfacerme o de darme un respiro. Y aun puedo sentir la presión sobre mi nuca del inexpugnable destino en el que no creo en absoluto, pero que sin embargo no para de pisarme los talones y de hecho, la cabeza, la ilusiones y toda mi vida. Soy el tipo mas positivo que conozco y el que peor suerte corre día tras día. No conozco a nadie que se esfuerce tanto por no ser un desgraciado y que, sin embargo, no tenga nada que hacer para eludir lo que parece una sentencia a muerte anunciada.

Ignoro si es que el destino ese pretende que acabe colgado de una soga al cuello pero lo cierto es que cada día se me hace más y más difícil remar en la dirección correcta. Todo son palos en las ruedas, todo son toneladas de mierda y escombros que me caen encima sin que yo tenga una manera o siquiera un plan para poder escapar en tantas y repetidas ocasiones.

Solo hago que lidiar contra problemas diarios, un padre que, lejos de comprenderme, sin mala fe pero con pocas luces me pone obstáculos y me saca de mis casillas recordándome que no soy ni he llegado a nada en la vida. Que eso sí, me da dinero para poder optar a oportunidades, pero a préstamos a devolver cuando consiga un trabajo con el que hacerlo.

Me presento a una entrevista y me echan siendo el 13 de 2000 cogiendo a 12 personas. Salgo a andar y me golpeo los dos tobillos hasta no poder apenas ponerme en pie. Me voy de viaje en busca de un futuro mejor y el tiempo hace que sea el peor fin de semana en meses con unas marejadas que hacen que apenas pueda permanecer quieto del dolor. Y en llegar a casa, como no, una contracción muscular que me impide siquiera poder levantarme de la cama sin ayuda y viendo colorines.

Y así todo. Conozco a alguien y se esfuma, entablo de nuevo conversaciones con personas de mi pasado y se estancan. Sonrío y me tengo que operar un diente del dolor repentino. Hago algún tipo de esfuerzo físico y me hago alguna herida acorde solo para recordarme que yo he de pelear el triple que cualquier persona normal.

Hace tiempo que dejé de ver y concebir la vida como algo justo, pero lo cierto es que cada día estoy más y más cansado. Me canso de luchar contra viento y marea. Me agota pensar que no hay una meta a la que llegar ni un brazo amigo tendido para seguir animado.

Estoy muy cansado de mirar hacia delante sin ver ningún tipo de luz, pero aquí sigo, aguantando, estoico, intratable. Al menos hasta que todo esto pase, si es que ese día lejano llega por fin. 

Sea como fuere nunca debemos dejar de recordar a los irresponsables que salen e ignoran las medidas de seguridad y la salud de quienes les rodean. Aquellos posturetis hijos de puta que nunca han visto más allá de su propio ombligo y no tiene pinta de que eso vaya a cambiar. 

Pero tampoco podemos olvidar las grandísimas acciones de solidaridad de algunas personas, ni los aplausos a los incansables enfermeros, ni las canciones ni los bingos de balcón a balcón con todo un vecindario, ni las tele llamadas familiares y de amigos.

Todo tiene algo bueno y algo malo y hay días mejores y peores. Al final solo hay que saber elegir y resistir, al menos intentarlo, mientras se pueda. Y que nadie olvide que quien se rindió no fue un cobarde sino alguien a quien la vida le atormentó más de lo que pudo aguantar. Y que quien si pudo salió reforzado y preparado para una vida de éxitos inconmensurables dado que cualquier victoria estando en el fondo del pozo se ha de ver como tal.


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