marzo 26, 2021

El material del que están hechos los sueños

 


Nacemos, crecemos, vivimos, reímos, lloramos, amamos, odiamos, maduramos y, una vez que hacemos todo eso, solo entonces envejecemos. Solo para dar buena cuenta de que volvemos al origen del ciclo, léase aprender a andar, necesitar ayuda para comer, bañarte y otros menesteres, si bien sin dejar de lado un único fin, disfrutar de las cosas sin ningún pero y sin subterfugio alguno.

A menudo, muy a menudo de hecho, no reparamos en cuantas cosas nos mueven en el día a día. No caemos en la evidencia de que hay ciertos patrones, acciones y hechos que nos condicionan positiva y negativamente a la hora de afrontar nuestros quehaceres diarios y de acometer nuestras mejores y peores empresas. 

Un abrazo, un cruce de miradas, una nota en verde de un examen, una cita el viernes, un cumplido a destiempo, una casualidad aparente, una sorpresa grata o caída en desgracia. Un libro en una mesilla, un cielo estrellado en un mal día, un almendro en flor, una subida de azúcar, una victoria en el juego de moda o un cigarro a solas después de cenar.

Hay, sin lugar a dudas, miles de elementos que, por una u otra razón, nos mueven hacía delante o hacía atrás. Como si fuéramos la marea, a veces de noche de lluvia y otras de luna llena. ¿Y sabes qué? No es culpa tuya si el mar está agitado o está en perfecta armonía con tus sentimientos. Simplemente no elegimos lo que nos viene a continuación. Y de nada sirve prepararse para un Apocalipsis que nunca termina de llegar.  Es mejor deslizarse por la vida con todas y cada una de sus consecuencias. Sin reparos, sin miedos, sin resentimientos.

Cada segundo cuenta, tic, tac. Cada momento y cada persona son un tesoro por descubrir, para los demás y para sí mismos. El devenir incierto de nuestra voluntad solo nos conduce inexorablemente a cometer cientos de aciertos y errores. Y precisamente en eso consiste soñar. En aspirar a que en efecto querer es poder y que no hay nada ni nadie que pueda detenernos. Porque nosotros siempre tendremos un plan de viernes, un paisaje bonito y una lágrima por derramar. 

Porque la vida no está hecha para preguntarse lo que hubiese pasado o lo que hubiese cambiado si hubieses reaccionado de una forma distinta. Lo hecho hecho está. El pasado está ahí para dar sentido a soñar con un futuro mejor. Y nada ni nadie puede interponerse entre nosotros y nuestros sueños. Y si no consigues llevarlos a cabo, encontrarás, como hacía Chaplin con los principios, otros nuevos.



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