marzo 22, 2011

La Guerra de los Mundos

Ni todas las Rosas son Rojas, ni todas las mentiras son tal, más bien quizá quien no mira es quien no da cuenta de la verdad. El argumento más fuerte no es el que convence al ya convencido, sino al que, una vez ofrecida la otra versión, escoge tu verdad por descarte. De descartes trata el mundo cuando se habla de vivir, si no lo haces pereces en ello pensando que todo fue tan injusto y tan inverosímil que parecía cualquier cosa, incluso parecía verdad.


 Mira a tu alrededor, todo o casi todo es una nadería, es tan efímero como el viento cuando se lleva un buen día. Y poco es tan eterno como tu mente si desarrollas en ella tu propia realidad. Un mundo más allá, más completo,  basado en el pluscuamperfecto de tus acciones.

Un lugar donde no necesitas tipex, ni necesitas dinero, ni necesitas medicamentos para rectificar, tan solo la violencia te basta para erradicar todo mal, la violencia vista en verso, que parece menos cruel si cabe por ser gramaticalmente admirable. La violencia expresada en múltiples formas, la más enrevesada de las cuales es dejar la mente en blanco y depender del azaroso destino para que sea tal vez una estrella o un impulso quien te dicte tu próximo paso en la senda de tu mundo. Llegados a un punto, ese “plus mundo” puede convertirse en el mundo y el mundo en un mero relato de tu inconsciencia tangible.

En ese diván de la mente me hayo yo sin más consuelo que la oscuridad iluminada por no más de aquellos pequeños luceros que cuelgan del fondo negro cual guijarros  en un camino haciéndome dudar de si es el de arriba o el de abajo el que he de escoger para sentirme menos afligido. Quizá porque parece que en ese trastero de la consciencia me siento más yo que fuera de él. Una especie no identificada de síndrome que me hace más real donde para la mayoría no lo soy. Y no es peor, ni es raro, es distinto, es…increíblemente increíble. Más por eso mismo no puedo dejar de explorar ese “plus mundo “que me permite identificarme mejor, que me permite obviar las caretas y la modestia que encubre en tantas y tantas ocasiones la desigualdad de criterio. Cuando puedo ser yo, soy genial, casi noto como mis pies despegan del suelo como alejándome de todo mal que me pudiera deparar el frio suelo. Como si la gravedad fuera un delito tipificado con la pena de exclusión del paraíso de las ideas perfectas. 

La ilusión es la mejor de las llaves, la que te permite levantar en ambos mundos, la que te permite acceder de uno al otro con una simple ensoñación fruto del ensimismamiento pluscuamperfecto y quizá la que te permita hacer que sea simple y llanamente, perfecto. No voy a decir Bienvenidos a mi Narnia particular! puesto que no es algo para compartir sino para vivirlo, es como el juego personal de plataformas de cada individuo, y del cual, si se trata de compartir un poco solo, se corre el peligro de quedar encerrado en el, por sufrir desamor y haber vendido tu llave a otra persona que se dedica ahora a encerrarte en tu mundo sin que puedas salir de él. Pero también hay otras muchas razones, como la venganza, que empujan hacia dentro de tu plus mundo con tanta energía que si consigues salir vuelves a entrar desatado y habiéndote arrepentido de haber salido, así que puede considerarse como una autoprisión.

 De buen seguro, existen otras muchas razones y situaciones que modifiquen lo dicho, pero sin duda es mucho más productivo que seas tú quien trate de averiguarlo, pues es a ti a quien tu alma anhela ayudar y no tanto a la de los demás, y si así fuera, siempre es bueno tirar de eso que llaman experiencias personales.

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